miércoles, 4 de noviembre de 2015

RESEÑA DE LAS CALLES DE ARENA


A veces disfrazamos la inseguridad, la soledad, la  apatía, la cobardía…,  con mil trajes diferentes para no reconocernos a nosotros mismos el miedo al fracaso, posiblemente porque tampoco nos concedemos el derecho al mismo.

A veces es la vida la que se disfraza, la que nos ata con las mismas ataduras con que intentamos sujetarla a ella.

A veces para llegar donde queremos, primero tenemos que perdernos.

El valenciano Paco Roca, ilustrador y autor de cómic de gran talla y prestigio a nivel internacional, nos propone en Las calles de arena estas y otras muchas razones y paradojas para reflexionar sobre la vida y la sociedad en que vivimos.

Es un libro que contiene mucho más de lo que a simple vista pudiera parecer. Encontramos similitudes con la novela de Paul Auster  La ciudad de cristal, de su Trilogía de Nueva York; ambas parten de una anécdota real vivida por el autor (Paco Roca se perdió en el casco antiguo de Valencia); ambas están llenas de referencias literarias, algunas coincidentes, como las bíblicas al Génesis, el diluvio universal o la Torre de Babel; Roca bebe en las fuentes del realismo fantástico con autores como Kafka, Borges, Cortázar, Poe, Melville…; ambas plantean el problema de la identidad (el doble, el lado oscuro) y ambas crean en el lector una sensación de angustia ante la deshumanización de las grandes ciudades y de la sociedad actual.

El escenario de esta magnífica novela gráfica es una ciudad con unas metafóricas calles sin principio ni fin que atrapan a los personajes en una vida absurda, sin sentido, una vida de afanes que no llevan a ninguna parte, una vida de soledad.  A ese mundo de fantasía llega el hombre sin nombre, es decir, cualquiera de nosotros.

La novela comienza cuando el protagonista se ve obligado a elegir entre el mundo real y el imaginario. Escoge el real, pero tal vez sin auténtico convencimiento, puesto que se aferra a una gran figura del personaje de una serie de historietas de aventuras italianas, el Corto Maltés,  que contribuye a que se pierda en un mundo surrealista y onírico.

Se refugia en el hotel La Torre, que recuerda la Torre de Babel de Brueghel y que podría representar el infinito hotel del matemático David Hilbert. Las caóticas calles y escaleras están inspiradas en los dibujos imposibles de Escher y las Cárceles de Piranesi, como ha referido Roca en diversas entrevistas.

En La Torre se encuentra con una serie de inquilinos que representan la personificación de sus miedos; los amores no correspondidos de la Srta. Esther, el Sr. Rueda y el Sr. Rosendo de los Vientos; la inseguridad del creador, del coronel Francisco Piedra, la soledad de Blanca, la cartera, el miedo a la muerte del Sr. Soto, el miedo a perder la memoria del Conde Diógenes y la angustia que al protagonista, como al propio autor, le produce el perderse.
 
Pero gracias al contacto con todos estos personajes la pesadilla se convierte en sueño, las calles dejan de ser fantasmagóricas, inhóspitas y opresoras y se convierten en un lugar habitable, en un hogar.
 
Se da en esta novela una simbiosis perfecta entre la narración y la ilustración. Roca emplea  una amplia gama de colores. Cada personaje está representado por un color que le caracteriza y le diferencia de los otros; los dibujos de los rostros están realizados con líneas suaves que reflejan sus sentimientos. En cuanto a los ambientes, están dibujados con gran detallismo, lo que contribuye a expresar la convivencia y la contradicción entre lo real y lo fantástico.

En resumen Las calles de arena es un libro poético, por lo que tiene de simbolismo narrativo y visual, que nos invita a realizar un viaje interior, a reflexionar sobre nuestra propia vida, a sincerarnos con nosotros mismos y a preguntarnos sobre la libertad de asumir un destino que nos parece inevitable o inventar uno nuevo.

Como dice el mismo Paco Roca: “Todos tenemos una vida que nos gustaría cambiar en cierta medida pero estamos en pausa, esperando que ocurra algo que lo cambie”.

Carmen Truchado

viernes, 11 de septiembre de 2015

Reseña de "La ciudad de cristal"

RESEÑA DE LA CIUDAD DE CRISTAL

La novela Ciudad de cristal de Paul Auster se enmarca dentro de la llamada La Trilogía de Nueva York, tres libros cuya trama transcurre en dicha ciudad y que suponen una revisión de la novela negra y el género detectivesco: Ciudad de cristal (1985), Fantasmas (1986) y La habitación cerrada (1986).
Daniel Quinn es un poeta que, tras la muerte de su mujer e hijo, abandona la poesía y escribe novelas policíacas bajo pseudónimo. Una noche recibe una llamada buscando a un detective llamado Paul Auster. Seducido por la idea de encarnar a Max Work, el personaje de sus novelas, decide hacerse pasar por Auster y se convierte en detective, siendo su labor vigilar a un tal Peter Stillman. Este es el argumento. Pero a partir de él empieza a construir un mundo mucho más complejo.

Fragilidad o dureza, transparencia u opacidad, simetría, refracción. Las propiedades físicas del cristal pueden servir para intentar entender un poco esta obra de Paul Auster.
Centros, ejes y planos de simetría como los del cristal estructuran el escenario de la novela. La ciudad de NY se transforma en un laberinto en el cual el lector se mueve siguiendo al protagonista, mientras siente cómo le  envuelve una atmósfera cada vez más agobiante. Ambos se encuentran perdidos en ese laberinto, con la sensación de que no hay nada fijo, que todo se desplaza, todo se refleja, dejándoles desconcertados y alejándolos cada vez más de su objetivo.
Porque la novela crea un sistema de dualidades, de duplicidad, que nos involucra a nosotros mismos. Representa un juego de identidades, un juego de espejos que nos hace estar en el doble plano de la realidad y la ficción:
La novela surge a raíz de una anécdota real: una llamada equivocada en mitad de la noche preguntando por una agencia de detectives. Los personajes y elementos significativos de la novela se reflejan en otros. Hay dos Peter Stillman, padre e hijo, dos libretas rojas, tres Paul Auster si incluimos al autor de la novela, dos partes en el libro que escribió Stillman, dos incendios, las iniciales de Don Quijote coinciden con las de Daniel Quinn, un cambio en la persona del narrador…

Es la novela un lugar donde se ejercita explícitamente la metaliteratura. Aparte de la gran cantidad de referencias literarias que encierra (bíblicas, poéticas, novelísticas, cuentísticas…) y de los simbolismos de casi todos los nombres propios, el libro es una especie de transposición, de paralelismo de El Quijote donde cambian las coordenadas espaciotemporales y el subgénero novelístico: de la región manchega del siglo XVII a la NY del siglo XX y de una novela de caballerías a una policíaca, un hombre se enfrenta a los mismos devaneos mentales con la realidad, plagada de metafóricos molinos de viento..

Al igual que Cervantes en El Quijote, que consiguió una renovación del género, Auster quiere tomar el género como pretexto, partir de una novela policial para tratar luego con temas mucho más grandes, consiguiendo también acabar con bastantes de los tópicos que lo aquejaban. Cargada de tintes surrealistas y kafkianos envuelve al lector en un clima, una atmósfera opresiva en la que el personaje se diluye y en la que la falta de un final concreto carece de importancia.

De Ciudad de Cristal se realizó una excelente adaptación gráfica a manos de Paul Karasik y David Mazzuchelli que resulta muy interesante al poner imágenes a muchos de los símbolos, situaciones y escenarios de la novela ayudando al lector a extraer algo más del jugo de esta obra.


Carmen Truchado.

miércoles, 17 de junio de 2015

RESEÑA DEL COLOR DE LA LECHE


RESEÑA “DEL COLOR DE LA LECHE  DE  NELL LEYSHON

 

MARY Y EL DESEO.

“Yo no recordaba haber pedido ese deseo”, confiesa Mary con  el estupor con que el mundo deja a los seres inocentes cuando descubren la triste realidad que hay más allá de sus vidas y sus almas sencillas. El egoísmo, la maldad, la injusticia, la golpean y despertarán en ella una rebeldía que va a marcar su destino.

 

Una muchacha de quince años cuenta su vida porque puede, porque ha aprendido a leer y escribir; ella lo ha conseguido y no ha sido de forma gratuita. Ha conseguido un poder que otros muchos no alcanzarán nunca y ejerce su voluntad para usarlo. Escribe porque quiere y porque puede. Y nos habla con un lenguaje sencillo, primario. Nell Leyshon utiliza una muy elaborada forma de simplicidad en la expresión que imita la torpeza léxica y gramatical de la muchacha, su incultura, que sin embargo no oculta su gran inteligencia y perspicacia.

 

Quiere la autora con este libro dar voz a quienes no la tienen. Sitúa la acción en la Inglaterra de principios del siglo XIX aunque pudiera situarse en cualquier otro tiempo y lugar, porque lamentablemente siempre y en todas partes hay muchas voces silenciadas.

 

La lectura, algo para nosotros tan común, es una ventana al mundo, a la vida, que para muchas personas estaba cerrada pero la escritura es mucho más, es la única posibilidad de sobrevivir a la muerte, la única de reivindicar el derecho a ser y a que todos conozcan la verdad de esa existencia.

Sin embargo por esa ventana Mary no solo descubre un mundo nuevo sino también que ese mundo no es un paraíso y que en él también reina la incomunicación, lo que la hace añorar su casa y su familia. Frente a la hipocresía y la mentira manifiestas en la sociedad inglesa previa a la revolución industrial, Mary muestra unos sentimientos sinceros, siguiendo el ritmo vital de las estaciones en la naturaleza y habla con un lenguaje libre de connotaciones en un mundo lleno de miserias físicas y espirituales que no conoce el amor, donde solo existe la dominación de unos y la sumisión de otros. Y aunque Mary se doblega, en el fondo es un espíritu libre que solo espera la ocasión de alzar el vuelo. Mary es un ser marginal; es mujer, coja y albina. Ella lo sabe y lo acepta pero en cuanto puede se rebela.

 

Un final duro el de esta pequeña pero intensa novela, duro pero extrañamente esperanzado: la historia acaba en primavera, como empezó, porque la vida sigue y el libro, que ha escrito con gran esfuerzo, está terminado para evitar que el silencio gane la  partida y para dar testimonio de su poder, del poder de su voluntad. El sobrino de Mary, albino como ella, quiere  tal vez simbolizar que los seres puros y extraordinarios nunca  dejarán de existir.

 

  Carmen Truchado

 

 

martes, 12 de mayo de 2015

Del color de la leche.

Para el siguiente encuentro nos hemos propuesto leer el libro "Del color de la leche" de Nell Leyshon y el primero de la trilogía de Nueva York de Paul Auster.

                                                     


RESEÑA DE TODAS LAS ALMAS

El último libro que leímos fue Todas las almas de Javier Marías, que no habíamos anunciado. El día 28 nos juntamos para comentarlo. Esta es la reseña .
RESEÑA DE JAVIER MARÍAS: TODAS LAS ALMAS

El tiempo es un elemento recurrente en la obra de Javier Marías. Desde la publicación de su tercera novela: El monarca del tiempo, en la que mezcló géneros literarios, ficción y realidad, tiempos diferentes y duración de los mismos…  el tiempo ocupó un lugar principal en su escritura. Y empezó  a crear un escenario o un universo por el que se van a mover determinados personajes que irán apareciendo  en otras novelas posteriores.

Todas las almas, como el resto de sus obras, refleja el perpetuo contraste entre realidad , apariencia y memoria.

Su sexta novela es un libro que de alguna forma trata de la memoria, del tiempo pasado, del transcurso del tiempo: “Dos de los tres han muerto desde que me fui de Oxford…” es el arranque de la novela en la que mezcla elementos reales con otros inventados, pero que el lector llega a creer pensando que son autobiográficos.

En efecto, algunas alusiones tienen una correspondencia con la realidad, por ejemplo su estancia como profesor durante dos cursos en Oxford, en la “casa piramidal” porque cada piso era más estrecho que el anterior, hasta el último donde había un dormitorio y nada más. Algún personaje al que se creía imaginario resulta ser real pues se aportan fotografías como prueba de  su existencia.

Más importante que el argumento es sostener una trama de ficciones en un escenario real pero con constantes divagaciones, observaciones, apuntes, intuiciones, obsesiones, esperanzas, desencantos porque Javier Marías piensa lo mismo que Sterne, el autor de “Tristram Shandy”: que la digresión es el alma de un texto.

Las reflexiones sobre las bolsas de basura, los mendigos, las comilonas, las librerías de viejo, el adulterio, la muerte… continuamente salpicadas de incisos, ese aparente andarse por las ramas, relacionando unas cosas con otras en principio alejadas, es en realidad adentrarse en el fondo, en el recuerdo, en el meollo del contar.

Todas esas digresiones dificultan la lectura y hacen que los lectores se dividan en dos grupos: los seguidores a ultranza del escritor, que las ven como un enriquecimiento de la novela y los que le reprochan que complique el hilo de la narración con ellas. De cualquier modo no deja indiferente a nadie.

Juan C. García y Carmen T.




lunes, 9 de marzo de 2015

Maldito Karma

El libro que se ha propuesto para nuestro próximo encuentro es "Maldito Karma" de David Safier
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El encuentro será el martes 17 de marzo, en el lugar de siempre.

RESEÑA DE LA MUJER JUSTA


La buena literatura es como los buenos vinos, mantienen sus propiedades a pesar del paso del tiempo, envejecen bien.

Una novela como La mujer justa de Sandor Márai, reflejo fiel de la época en que está escrita -entre las dos guerras mundiales- podría haber sido escrita en nuestros días con las mismas palabras y hasta pensamos que con muy parecidas ideas.

Bajo un argumento sencillo, lineal, melodramático, se esconde la pintura pesimista de una época decadente que sin embargo a nosotros nos resulta cosmopolita, elegante y romántica. La alta  sociedad burguesa centroeuropea, privilegiada, hipócrita y clasista se muere porque ve cómo se acaban sus privilegios, pero para Márai ni el comunismo ni el socialismo son capaces de dar la alternativa a un modo de vida perdido para siempre.

Los tres narradores sucesivos de unos mismos hechos, nos muestran, a través de tres monólogos con poca acción,  la subjetividad del relato, la falsedad de las palabras, haciéndonos dudar de la realidad. Los tres personajes nos muestran un dramático catálogo de emociones humanas donde destacan la pasión, el desafecto, la traición y la soledad pero, en el fondo de todo, lo que se pone de relieve es la imposibilidad de alcanzar la felicidad. Los intentos de los personajes por lograrla son patéticos y se revelan inútiles, viéndose abocados sin remedio a la soledad. Por el camino intentan engañarse a sí mismos, disfrazando de amor lo que no son sino relaciones egoístas.

La mujer justa es una novela en la que se aprecia la grandeza de la escritura de Márais, su aliento poético, el estudio psicológico de los personajes y el pesimismo que impregna todo el relato. Una novela cuya lectura nos ha enganchado y ha suscitado un rico diálogo.

Carmen Truchado

 

 

 

 

jueves, 8 de enero de 2015

LA MUJER JUSTA

 Para el próximo encuentro hemos seleccionado el libro de Sandor Marai  "La mujer justa" Espero que os guste.


RESEÑA DE SARAMAGO

JOSÉ SARAMAGO: EL CUENTO DE LA ISLA DESCONOCIDA.

Una obrita pequeña en cuanto al número de páginas, pero grande en significación, así es El cuento de la isla desconocida de José Saramago.

Un hombre que busca una isla desconocida y se atreve a enfrentarse con el poder establecido, con la opinión de la sociedad y con un gran número de dificultades, entre ellas su propia impericia, es el símbolo de las personas que buscan la realización de sus sueños, de sus ideales. Aun a sabiendas de las dificultades que se van a encontrar perseveran en el empeño hasta hacer que se conviertan en realidad.

En esta parábola, de lenguaje ingenuo, escrita sin signos ortográficos de diálogo ni interrogación, la isla representa las necesidades del ser humano y su búsqueda se transforma en un viaje interior. Pero el hombre no va a realizar ese viaje solo; una mujer sencilla y humilde como él,  hace suya la llamada del hombre y se dispone a acompañarlo, en oposición al resto de personas a las que pide ayuda, que le toman por loco y que representan a la mayoría de la sociedad.

El hombre,  frente a quienes intentan hacerlo desistir de su propósito, hace uso de una gran lógica y derrota sus argumentos: una isla es desconocida si no se conoce, por tanto existen islas desconocidas. Y existen muchas si creemos que las personas somos islas desconocidas para nosotros mismos y para los demás, porque a veces creamos barreras infranqueables en nuestras relaciones que nos impiden darnos a conocer.

La mujer va haciendo una limpieza del interior del barco, con lo que lo va conociendo y ordenando.
Ambos reflexionan sobre lo que es más esencial, la necesidad de conocerse a sí mismos y encontrarse. Se dan cuenta de que es necesario salir de uno mismo para poderse ver. La mujer poco a poco va abriendo los ojos del hombre, permitiéndole tener una nueva visión de las cosas y capacidad de admiración por lo que le rodea. El hombre y la mujer se complementan, pero todavía no se reconocen a sí mismos en el otro. Los dos tienen unas necesidades profundas que no se atreven a descubrir aún, pero ya son navegantes con un destino común. Conversan, se observan y admiran mutuamente, pero se equivocan al interpretar al otro porque no  se conocen bien.

El hombre se duerme y sueña. El sueño es para Saramago un plano de la realidad donde se pueden realizar todas las ilusiones porque en él no hay límites.
El sueño en esta historia es un camino que  permitirá al hombre despertarse y contemplar su verdad, hallarse y reconocerse a sí mismo.
La mujer había hecho una limpieza al interior de la carabela; ahora el sueño obliga al hombre a realizar su propia limpieza, despojar la carabela de todo aquello que impida la posibilidad de llegar a la isla desconocida y conquistarla. Sin esta limpieza es imposible llegar a sí mismo y mucho menos llegar a reconocer a los otros, o sea, reconocer a la mujer.

En el sueño la isla desconocida es la misma carabela, la isla desconocida es él mismo.
Esa luz que le da el sueño le permite con los ojos cerrados adentrarse en lo más profundo de su ser interior. Ha alcanzado la claridad sobre su destino, lo ha comprendido perfectamente y ha entendido que ha llegado a la isla desconocida de su propia conciencia y que se ha encontrado con otra isla desconocida. Ha entendido que dos islas desconocidas al encontrarse después de una búsqueda, pueden amarse, pueden conocerse y conquistarse mutuamente… unirse de una manera esencial.

Realmente somos islas desconocidas. Toda nuestra vida no es sino un viaje para hallarnos a nosotros mismos. Cuando conquistamos nuestra isla desconocida sabemos que somos partícipes de nuestra realización y que debemos perseguirla, pero necesitamos a otro y a otros que nos guíen y no nos dejen olvidar lo que somos.

Carmen Truchado